Recuerdo también divertidos, los veranos. Acostumbrábamos a pasarlos en la sierra, junto a mi tía, y por supuesto, mi tío, ser digno de estudio y del cual, aprendí mucho, cosas raras, pero muchas. Trabajaba en la base americana de Torrejón y contaba historias peculiares de militares idiotizados, americanos eso sí...en su casa todo era americano, hasta el papel higiénico, coño!
Mi tía tenía una crianza que constaba de tres individuos, de raza humana a pesar de sus nombres: Juanito, Jorgito y Jaimito, tenía gracia, de pequeños; y tenía huevos ya desde la adolescencia más o menos, con permanente cachondeo de amigos en actos señalados...como botellones.
El caso es que pasamos juntos todos los veranos, tres meses todos en una casa, grande, pero sólo una. Mientras fuimos pequeños, éramos una pequeña pandilla unida ante el resto del mundo, nos defendíamos frente a nuestros amigos lugareños, los cuales actuaban con acentuada violencia, arreglando todo a pedrás. Yo observaba en aquel tiempo signos claros de envidia de mi primo mayor, de mi misma edad, no entendía porqué, pero había, había....
Así, un día me di cuenta que la ira puede vivir en tu propia casa, y además da lugar a reacciones adultas en cadena. Es otra de las imágenes grabadas en mi mente después de los hechos acaecidos, la caras adultas...Todo fue el verano que yo tenía 9 años, acostumbraba a hacer el salvaje absoluto con la bici todo el día...en una ocasión, mi tío dice a mi primo: "mañana voy a traer una bici, americana claro, con llantas de aleación rojas y freno contrapedal, que es la rehostia". Mi cara se iluminó, no era para mí, pero qué coño, tenía que ser el primero en probar semejante máquina...al día siguiente llegó mi tío, muy pintoresco con la bici debajo el brazo como una barra pan, pero sudaba la gota gorda, quería demostrar que su producto americano era ligero, pero pesaba como su puta madre! y claro el hombre iba deslomao. Total que por fortuna, mi primo no estaba, y pese a estar mi tío reacio a que yo estrenara, mi tía le dijo: "déjasela hombre, que se dé una vuelta " (yo era su preferido, por cierto). Así que, pillé la bici, y me fui a dar una vueltecilla...de dos horas recuerdo, más o menos. Al regresar vi unas apetitosas escaleras y dije, por aquí bajo yo, y bajé, claro, pero se jodió la rueda delantera, cuando estaba llegando a casa, caminando claro, me di cuenta de que toda la familia estaba fuera, las caras eran largas, muy largas, pero la de mi primo...era la IRA....
...bate de béisbol en mano (americano), cuando descubrió la rueda pinchada, salió el hijoputa detrás de mí, tuve que correr como un loco o me abría la cabeza, crecido por la ira y yo dos horas en la puta bici...imagínate. Con los metros la irá se marchó por los poros y la cosa se calmó. Recuerdo perfectamente la primera vez (que no la única) que mi padre me dijo esta frase, serio, muy serio: "pero que gilipollas eres, hijo mío..."